Pocos lo hacen público o lo expresan abiertamente para evitar inconvenientes, marejadas de insultos en las turbulentas aguas de las redes sociales o simplemente desplantes en la distinguida sociedad y ‘jet set’ local, pero lo cierto es que muchos pensamos que algunos de los bumangueses más prestantes e influyentes de la comarca tienen una doble moral y ambigüedad que alerta, que espanta, que aterra. Pero que también la aplauden bumangueses de menos linaje o ‘pedigrí’, usted y tal vez yo.
Y es que amparados en decisiones ‘populares’ (las cuales no siempre son sinónimo de coherencia, sabiduría o ‘buen gobierno’ por decir lo menos) en la capital santandereana viene haciendo carrera una especie de superioridad moral ambiental que no tiene nombre, ni presentación.
Llevamos más de 10 años con problemas en el manejo de residuos (No tenemos relleno sanitario), cumplimos siglos contaminando los afluentes vecinos con nuestras aguas negras, generamos desarrollos urbanísticos donde antes existían reservas, ‘volteando’ así Planes de Ordenamiento Territorial en ‘pro del desarrollo’, padecemos alertas por emisión de gases contaminantes en el área metropolitana, y con todo, damos “cátedra” de ambientalismo.
Hágame el bendito favor… Tenemos la casa hecha una cloaca y nos queda o sobra ‘dignidad’ para ir y dar ‘cátedra’ de minería, de aguas, de residuos, de ‘ambientalismo’ a otras municipalidades o comunidades de Santander, Colombia y el Mundo. Guapajé.
Es tal nuestra desfachatez, ambivalencia y doble moral, que nos atrevemos a gritar durante décadas “Agua sí, oro no” generando incertidumbre y desempleo que supera los 1.000 puestos formales en zonas como Soto Norte, pero aquí no tenemos donde depositar la basura y lo peor es que nadie quiere ser vecino del nuevo relleno sanitario, pero sí queremos tener el servicio de recolección y barato… ¡porque ya tu sabes! Esta situación me recuerda algunos amigos que aplaudían procesos de paz y desarmes de grupos ilegales en Colombia, pero que cuando les montaron casas de paso o albergue para los ex violentos al lado de sus viviendas o barrios no dudaron en hacer notar su descontento a las autoridades. Mejor dicho, como decía Colombianita, la famosa cabra del programa ‘Sábados Felices’: “todos quieren paz, pero nadie se compromete”, o como dijo un reconocido ex Alcalde y empresario: “No es que no queramos la minería, es que queremos sus huecos lejos, ‘puu allá’, lejos de nuestra Bucaramanga (sic)”, expuso el ingeniero y dueño de una constructora. Sí, una constructora que vive y subsiste de los productos mineros, así que no se vaya a reír por favor.
Y para completar nuestro ‘gran ejemplo y activismo’ ambiental, no tratamos ni el 20% de las aguas residuales de nuestras casas, trabajos, empresas y demás que descargamos en afluentes como Río de Oro, por citar uno. Puras “agüitas amarillas” como diría la canción de los Toreros Muertos. Pero eso sí, pobre de aquel que ose meterse con el agua que exigimos limpia y descargamos hecha m…
No sé a ustedes y me disculpan los líderes políticos que barajan sus cartas paras las próximas elecciones con el embeleco ambientalista y antiminero en ‘pro’ de Santander y Bucaramanga con sus discursos llenos de seguidores y likes bien lejanos de la realidad, pero a mi si me da algo de vergüenza. ¿Adivinen cómo nos ven los habitantes de Vetas, Rionegro, California, El Playón, Aguachica, entre otros municipios vecinos?
Así que la lista de incoherencias y doble moral o rasero ambiental en nuestra ciudad es larga, extensa e histórica. Constructores antimineros, cerveceras y embotelladoras defendiendo el ‘Páramo de Santurbán’, acueductos con embalses inservibles (por suerte la Planta Rafael Ardila salvó la patria hace un par de días) y tomadores de agua gratuita pero con tarifas para usuarios en Abu Dabi, proyectos urbanísticos 100% amigos del ambiente y sin impactos ambientales (insisto, no se rían), líderes políticos enemigos del extractivismo pero se movilizan en carro y tienen acciones o familiares trabajando en Ecopetrol, exigencias para que pueblos enteros dejen la minería porque primero el agua y luego la plata pero nos llegó la pandemia y ahí si poco importaba la vida sino la economía porque “el encierro nos iba a arruinar”, son algunas de las cosas que se ven en la extinta y coherente Bucaramanga, la otrora Ciudad Bonita de Colombia.
PD: Y los que insisten en hacer populismo y cálculos políticos con estos temas o el del Carrasco, les cuento que hay una mala noticia. Los proyectos de aprovechamiento de residuos son costosos, multimillonarios y significarían altísimas tarifas a los usuarios, así que no se engañen o engañen a sus seguidores y áulicos. Si fuera tan sencillo la implementación de estas tecnologías otras ciudades como Bogotá, Medellín, Barranquilla entre otras, la tendrían, pero no, siguen depositando en rellenos sanitarios. Así que los quiero ver licenciando social y ambientalmente el nuevo Carrasco. Tamaño lío. Por ahora seguiremos dando ‘cátedra’.